sábado 30 de septiembre del 2023

domingo 4 agosto de 2019

Así es el ambiente que encontraron los galeses en Chubut

Marilina Scarlata describe el encuentro de los galeses con la Patagonia.

  • Share this on WhatsApp

En Chubut, particularmente en la ciudad de Puerto Madryn, hay una fecha -el día 28 de Julio- que trae recuerdos especiales. Fue cuando comenzó una historia de encuentros y mixturas culturales de valor incalculable. Desembarcó un grupo de galeses soñadores en busca de la continuidad de sus costumbres, de su valiosa cultura, de su idioma.

Ha sido dicho, expresado, graficado, fotografiado etc, de mil maneras, y durante todos estos ciento cincuenta y cuatro años, cuán importante fue para la región este arribo de refugiados en nuestro suelo…Un suelo con características especiales que vale la pena describir.

En la zona de 17 km de extensión aproximada, comprendida entre la formación denominada Cerro Avanzado y la que constituye el centro de la ciudad de Puerto Madryn, en el Golfo Nuevo – noreste de la provincia de Chubut, Patagonia argentina- se despliegan unos acantilados que dominan esa costa, con cabos, bahías y playas arenosas y pedregosas.

Desde el punto de vista geomorfológico, es una zona influenciada por la interacción de varios procesos, los más significativos: el marino sumado al eólico.

Te puede interesar: 

La ruta galesa en la Patagonia

El clima en esta costa es frío, árido y semiárido, regulado por su ubicación respecto de la meseta que tiene detrás, y considerando el ambiente de cuenca semicerrada que constituye el golfo, en el que la energía del oleaje es menor respecto a la que predomina en una costa expuesta a mar abierto.

El terreno está compuesto mayormente por fragmentos de rocas y minerales, que se han formado a partir de rocas anteriores a causa de su erosión, luego han sido transportados por agua o viento y finalmente almacenados en forma mecánica, dispuestos como estratos de color blanquecino y a veces gris amarillento. Son rocas sedimentarias, cuyas características tienen que ver con la acumulación de sustancias químicas de origen inorgánico, como la caliza (carbonato de calcio), la sílice (dióxido de silicio) y la sal de roca o sal gema (cloruro de sodio), y otros restos de origen orgánico provenientes de animales.

En esos sedimentos se han hallado moldes no muy bien conservados de gasterópodos (moluscos como los caracoles) y bivalvos (también moluscos, pero exclusivamente acuáticos, como los mejillones).

Ese paisaje de arenas finas acumulables en médanos, y esos acantilados blanquecinos y frágiles, fue el que recibió a poco más de cien galeses que venían de otro continente, desde una península que formaba parte de la gran isla de Inglaterra, Gales.

Lee también: 

El mundo podrá descubrir en Chubut “la Ruta de los Galeses”

Era una fracción terrestre lindante al oeste con el Océano Atlántico, de costas definidas por un clima suave, nublado, húmedo y ventoso, una zona portuaria con importantes minas de carbón, una pequeña península con varios ríos y lagos.

De esta sencilla descripción surge que los paisajes no eran similares, sólo al menos dos aspectos hicieron que tal vez ellos se sintieran “como en casa”: el viento les era familiar y la ciudad a la que llegaron también se convirtió en puerto.

Ahí desarrollaron sus primeros años, cavando cuevas para protegerse de la intemperie, mientras el mar les traía algas, y la meseta les ofrecía arbustos como jarilla, tomillo y alpatacos.

Así es el suelo de la costa del nordeste patagónico, región que abrazó a ese puñado de valientes, hombres, mujeres y niños, que forjaron familias prósperas amigándose con los Tehuelches, aborígenes que custodiaban celosamente la zona. Con ellos y de a poco intercambiaron legados culturales que aún hoy persisten y cada 28 de Julio, es rescatado para su conmemoración.

 

 

Comentarios

LOS MAS LEIDOS EN

Simple Share Buttons