lunes 20 de marzo del 2023

Por: Alejandro Maglione

@MaglioneSibaris

miércoles 11 abril de 2018

Villa Traful: descubriendo la potencia del paraíso

Hay algunos rincones de la Patagonia que parecen haberse desprendido del paraíso mismo. Pero permanecen en una suerte de adormecimiento, sobre todo en invierno, por no tratarse de grandes destinos. Tal es el caso de Villa Traful, en Neuquén. Pero nuestro sibarita preferido parece haber dado con la opción que puede dar por tierra con esa realidad. Crucemos los dedos.

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El lugar. Es de suponer que quien más, quien menos tiene una idea de dónde está Villa Traful. Merecería ser uno de los lugares más visitados del Corredor de los Siete Lagos, ya que queda equidistante de Villa La Angostura y San Martín de los Andes.

Con 500 habitantes es literalmente una pequeña villa a orillas del precioso lago Traful. El mismo que eligiera alguna vez el magnate Ted Turner para hacer pie en la Patagonia. Cuenta con una buena oferta de cabañas, algunas hosterías y un hotel hecho y derecho que es el Alto Traful, que construyeran Carlos Etcheverry y su esposa Tais hace ya más de 5 años.

También tiene una fábrica de alfajores que no ha encontrado la vuelta que sí le encontró la Estancia El Rosario de Córdoba, lugar que por la calidad de sus productos hacía que los turistas se desviaran del camino para comprarlos como recién salidos del horno.

El problema. Es que los habitantes de la villa han dado por aceptado que el invierno no puede atraer a nadie a ese lugar “apartado” (según ellos) y por lo tanto no hay una adecuada oferta de hospitalidad para alguien que se aventure a viajar a Bariloche utilice el atajo que significa usar el camino que pasa por la villa para unir Siete Lagos con la ruta 237.

Es decir, es el perro que se come la cola: como no viene nadie, no abrimos. Y no viene nadie porque no abrimos.

Lo novedoso. Es la propuesta que está levantando Carlos Etcheverry: plantear un festival de gastronomía y vinos, que se llamará “Traful Food & Wines”. Para esto hizo un lanzamiento en su hotel convocando a las fuerzas vivas de la localidad, ya que la intención es que todo resulte en una iniciativa de la comunidad.

Cocineros como Daniel Uría, Pablo Buzzo, Federico Domínguez Fontán o Martín García Rebecchi, dieron el presente para que todos viviéramos un anticipo de lo que se viene: carnes de guanaco, de jabalí, ciervo o cordero, son un anticipo de lo que se podrá esperar. Maravillosos postres hechos con el mejor chocolate

Si esto da resultado es el anticipo de que posiblemente el del 2018 sea el último año en que el invierno encuentra a villa Traful hibernando adormecida.

Turismo gastronómico. Entre muchas posibilidades, es posible imaginar que el lugar atraiga visitantes con interesantes propuestas gastronómicas y lo que viene como añadido que son ofrecer productos artesanales con excelente relación de calidad y precio.

Otros caminos. Hace tiempo que se habla de un proyecto de hacer un camino que puede unir directamente Villa Traful con el Cerro Bayo y sus pistas de ski. La idea parece un sueño pero para quienes pintamos canas muchos pensamos que el sueño de ver terminada la ruta de los Siete Lagos era una fantasía irrealizable. Hoy no es exagerado decir que la zona tiene uno de los corredores turísticos más lindos de la Argentina.

Otro camino es ofrecer el trekking con raquetas por los silenciosos bosques de los alrededores de la villa. También el invierno invita a cabalgatas ya sea por la costa del lago o utilizando las sendas que llevan a la cumbre de algunos cerros. Los cuatriciclos en caminos nevados son una tentación irresistible, que no implica ningún riesgo.

Pero sobre todo, una villa de 500 habitantes es un lugar de paz, de silencio, donde disfrutar sin preocupaciones con la familia. La oportunidad de pasar unos días bucólicos, con buenos libros a la mano.

En el caso del Alto Traful la vuelta de tuerca es que tiene habitaciones con una suerte de miradores para poder observar el cielo estrellado patagónico. Una esplendidez total.

Redondeando. Hay varias fiestas gastronómicas que lentamente van iluminando el calendario patagónico. Allí está Madryn al Plato o Bariloche a la Carta. La extraordinaria Fiesta del Chocolate que acaba de terminar. Esta será una luz más que alumbre la gastronomía y enología de la Patagonia. ¡A ponerle el hombro!

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